martes, 5 de julio de 2016

Qué podemos esperar de los niños discapacitados intelectuales?

Esta pregunta así formulada resulta, en principio, incontestable. A lo largo de mi larga experiencia y años de trabajar siempre con estos niños, repetidas veces se me ha formulado por muchos padres, por colegas de profesión docente y por distintos amigos la misma pregunta. Yo siempre he dado la misma respuesta: No hay dos discapacitados intelectuales iguales. Cada uno es como es y constituye un problema específico. Un niño discapacitado intelectual es ante todo un niño y como tal, es un individuo con características propias- y originales; pero además, en tanto que el discapacitado es clínicamente diferente a todos y a cada uno de los sujetos comprendidos en la vaga y general denominación de “deficiente intelectual".
Enseñando a los niños a confeccionar alfombras de lana
Para referirnos concretamente a los niños, que se atienden en el Sanatorio Marítimo de Gijón, todos ellos tienen de común el ser sujetos con un retraso evolutivo congénito o muy precoz, todos están diagnosticados como sujetos oligofrénicos. Nos estamos refiriendo a los niños, que fueron admitidos en el Sanatorio Marítimo cuando el abanico de la enseñanza se amplió no sólo a los discapacitados físicos, sino también a los discapacitados intelectuales. Pero no podemos, ni debemos hablar de oligofrenia en singular, sino que debemos hablar de oligofrenias en plural. Todos hemos estudiado, que las  oligofrenias son un conjunto de síndromes clínicos diferentes, con una sintomatología común, que hace que todos estos niños estén atendidos y educados en la misma institución, Sanatorio Marítimo. El síntoma común es el retardo evolutivo congénito o muy precoz. Retardo global que afecta a la personalidad entera, pero que es notablemente visible en el aspecto intelectual. Los oligofrénicos son por tanto y por encima de todo, deficientes mentales. Todos tienen un desarrollo intelectual inferior al que los correspondería por su edad cronológica. Esto es lo que expresa su Cociente Intelectual, que en estos niños es siempre inferior a 100, 80 o menos.    Pero, repito, las oligofrenias corresponden a diferentes síndromes clínicos, es decir, son producidas por causas diferentes y como consecuencia también difieren en su pronóstico y en su evolución.  Por tanto no podemos hacer un pronóstico que abarque a todos y cada uno de los discapacitados, hemos de hacer un pronóstico individual, para cada uno. Ahora bien, muchas veces atendiendo a la inquietud de los padres nos vemos obligados a pronosticar dos aspectos fundamentales y distintos:
1º Podemos plantearnos la siguiente pregunta: Puede el discapacitado intelectual (oligofrénico) “curarse”, es decir llegar a ser un individuo normal?
2º Es susceptible el discapacitado de una educación en grado suficiente para que con el tiempo llegue a bastarse a si mismo?
Nuevo Salón de Actos del Marítimo.
 Respondiendo a estas dos cuestiones, podemos afirmar que si se trata de una verdadera oligofrenia la respuesta es No. Es cierto que hay “curaciones completas” es decir, sujetos que llegan a compensar totalmente su deficiencia y convertirse en sujetos normales, pero en este caso, se trata de lo que nuestro inolvidable maestro D. Jerónimo de Moragas llamaba “oligofrenias transitorias”. Es decir, pseudoligofrenias. Resumiendo, no son niños oligofrénicos, sino niños que con el tiempo y una buena educación se normalizan. Decimos en estos casos que son niños con un déficit intelectual transitorio por haber padecido enfermedades debilitantes. El auténtico niño oligofrénico, que no es un enfermo, sino un sujeto con evolución mental insuficiente, como secuela de una enfermedad o alteración genética, eso no se cura. Y es que eso no es un enfermo, sino un sujeto con insuficiente o lento desarrollo producido por un proceso patológico, que en su día se resolvió. De cuando en cuando se anuncian en radio, prensa o T.V  que existen fármacos maravillosos, que lo curan todo o casi todo …
 Yo pienso que nunca será descubierta una medicación, que cure las oligofrenias pues en principio haría falta descubrir tantos medicamentos como tipos de oligofrenias existen. Los fármacos mejoran, estimulan su evolución, hacen aumentar su edad mental, a veces hay mejorías espectaculares, el tratamiento médico es siempre complemento indispensable, pero bajo mi punto de vista y después de la experiencia adquirida en tantos años de profesión, me veo en la obligación de asegurar que el mejor tratamiento para estas personas es La Pedagogía Terapéutica. Ninguno se cura, todos mejoran, unos más, otros menos: lo cierto y demostrables es que todos pueden educarse, adiestrarse, socializarse, lograr un equilibrio en su personalidad, que con la ayuda de los miembros de la sociedad en que viven, padres, hermanos familiares, amigos y demás gentes hagan de ellos hombres útiles en la medida de sus individuales posibilidades y en la mayoría de los casos, seres felices y adaptados. Nuestros niños y jóvenes del Sanatorio Marítimo, merced al empleo de los recursos de la Pedagogía Terapéutica y a veces, con la colaboración de la medicina, podrán alcanzar dos metas importantes:

a) Mejorar su nivel mental.
b) Aprender y educarse.
D. Gabino departiendo con el maestro Juanjo y un grupo de niños.

Nuestros niños y jóvenes merced a una buena educación y a una buena enseñanza y teniendo en cuenta sus individuales posibilidades, podrán alcanzar un nivel cultural y social muy aceptable en la mayoría de los casos. Si a esto le añadimos el de una técnica laboral apropiada hará que, colocados  en una situación vital adecuada, puedan total o parcialmente subvenir a sus necesidades y estar debidamente ajustados al ambiente. Frente al problema que los discapacitados intelectuales nos plantean, no debemos ser optimistas, ni pesimistas, sino que debemos enfocarlo con objetividad. No aspiremos a una normalización imposible. Siempre debemos contar con lo que tenemos. Un sujeto, que desde el punto de vista intelectual, si es adecuadamente tratado médica y pedagógicamente, llegará a alcanzar un nivel intelectual bastante bueno pero si está muy bien educado tendrá un buen nivel de cultura y un buen aprendizaje laboral, que le han de permitir ser útil a la sociedad y lograr un adecuado equilibrio, que le va a colocar al abrigo de desajustes emocionales, que amarguen su existencia. Si nosotros con nuestros medios logramos hacer de los niños discapacitados personas parcialmente ajustadas desde el punto de vista de la productividad, felices y con pautas de conducta normales, compensaremos nuestros esfuerzos. Si en el seno de sus familias encuentran el amor, la seguridad y apoyo que todo ser humano requiere y necesita, habrán recibido lo que por el momento familia y sociedad pueden darles; aunque a todos, esto nos parezca poco.  
Estas reflexiones que acabo de expresar tenemos que situarlas allá por la década de los años 70-80 cuando en España se empezó a tratar y a estudiar de una manera más sería sobre la problemática de estos niños.                                                                                                       


Gerardo Alonso Matías

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