miércoles, 24 de junio de 2015

1964-1967. Los niños inadaptados

Corría el mes de Junio del año 1964 cuando  yo finalizaba mis estudios de Magisterio en la Escuela Normal, Pablo Montesinos, de Madrid. Terminado el verano, con mi flamante título de maestro, me disponía a buscar trabajo. Se me presentan tres opciones y sin saber por qué, elegí el colegio, Instituto Médico Pedagógico de los Hermanos de San Juan de Dios en la ciudad de Valladolid. Los primeros días de clase fueron bastante duros y complicados, pues no conocía a los alumnos, ni ellos me conocían a mí. No me imaginaba, que pudieran ser como eran y que nadie me hubiera informado antes de empezar a dar clases. Pero pasemos de esta  historia para y ya hablaremos de esta circunstancia en otra ocasión. Los niños con los que iba a trabajar eran  Niños Inadaptados y yo sin saberlo.
Situémonos en los años 64-70 y hablemos de estos niños especiales, inadaptados, niños diferentes.

La Psicología Infantil que hemos estudiado no dice que el  niño  elige a sus amigos, pero todos los niños que conoce, son amigos suyos. El niño es un ser social de verdad, es el ser social por excelencia.

Esta Vd. de acuerdo conmigo? Sí, verdad? 
El niño es un ser social. Ha pensado usted, ha oído alguna vez estas dos palabras: niños inadaptados?  Sí ? verdad? Estoy seguro de que sí. Se ha puesto de muy moda en nuestra sociedad actual, el hablar de niños inadaptados. A mi, cada vez que las oía y las oigo, me causan verdadera pena. Me parece que estas dos palabras se abofetean en medio de la frase. Niños inadaptados. ¿Puede un niño ser inadaptado, estar inadaptado? Yo me preguntaba y me sigo preguntando: por qué la Sociedad los rechazaba y sigue en repetidas ocasiones  rechazándolos? Por qué la sociedad les cerraba y sigue cerrándoles las puertas, haciéndoles el vacío? 
Estoy seguro que Vd. se ha cruzado con estos niños en  la calle. Habrá visto sus ojos tristes, su mirada diferente. Ha comprobado su andar torpe. Ha oído, cuando hablan, que muchas veces sus palabras se atropellan. Y usted ha pensado: ¡¡ Qué pena!! y ha seguido su camino  adelante, sin volverse a acordar más de ellos. 
Quizás Vd. sufre en su carne la tragedia y la pena de tener un niño inadaptado. Ha recorrido médicos, colegios, ha comprado medicinas, se ha desesperado.Y constantemente piensa el porvenir que le espera a su hijo. Un porvenir social para el hijo, que la sociedad rechaza, que la sociedad llama inadaptado. 
Usted tal vez, es pobre y no puede hacer nada, o puede hacer muy poco por su hijo. Ha llamado a mil puertas. Ha soñado en mil soluciones. Y piensa, que la sociedad ha inventado un moderno Taigeto para estos niños, quizás más cruel que el Taigeto espartano. Usted quisiera que la sociedad no le dejara sólo con su problema, que también es problema de la sociedad. Usted desearía que la sociedad adaptara y adoptara a estos niños inadaptados. Quizás como mal menor  Vd. quisiera buscar una sociedad nueva para su hijo, que conociera a otros niños que son como él,  que se sintiera amigo de todos ellos. Qué bien sería buscarles a todos ellos, un colegio donde estuvieran juntos, donde jugaran juntos, estudiaran, corrieran juntos. En una palabra, Vd. quiere que su hijo sea feliz, que ría y salte como los demás niños de su barrio de su ciudad. Quiere que su hijo no se sienta inferior a los niños de su edad. Que encontrara miradas, que comprendiesen a su mirada.
Sí, usted que lo siente en su carne y usted, que se cruza ante ellos con indiferencia tenemos todos juntos que hacer algo por estas criaturas, no podemos olvidarnos de este gran problema. No podemos desentendernos de estos niños. No podemos llamar inadaptados a quienes van a formar parte de nuestra sociedad en el futuro, de la sociedad del mañana. No podemos permitir, que estos niños inadaptados sean un día hombres inadaptados. No podemos ni debemos permitir, que esos niños se les sigan llamando inadaptados. No podemos llamar con ese nombre a la inocencia, a la sencillez y al cariño de estos niños. No podemos, verdad que no?  Llamar inadaptados a esos niños, que estamos viendo ahí, en esas fotografías, jugando disfrutando y pasándoselo en grande,  jugando alegremente. El niño de arriba mira a la tierra, a la madre tierra, donde ve unos pedruscos que le “asustan” un poco, si se cae desde allá arriba. Los otros parecen sonreír, disfrutar de lo que están haciendo. Observe cómo todos ellos se agarran  con fuerza a las sogas y a las  barras de hierro de sus juegos. Cómo todos ellos buscan seguridad. Cómo todos se se aferran a una vida, a unos derechos, que adquirieron al nacer. Nosotros, ni nadie, podemos rogárselo. 
No, no podemos seguir cerrando los ojos, no podemos permitirnos, que estas fotografías pierdan un ápice de la sencillez, de la claridad y de la emoción, que poseen. Todos esos niños y todos los que son como ellos, merecen ser niños. Todos ellos merecen ser hombres. Todos ellos merecen un día ser útiles a la sociedad, SOCIEDAD que al día de hoy, no se está preocupando de ellos y debe de hacer más por ellos, debe de ayudarles más de lo que hoy 1964 se esta ayudando.La sociedad, el estado debe de preocuparse muchísimo mas de estas criaturas.

 Gerardo Alonso Matías

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