domingo, 26 de julio de 2015

Un día de clase en La Sala/Escuela

El Sanatorio Marítimo continúa su devenir diario. La parte hospitalaria sigue recibiendo  diariamente a muchos niños, que asisten a las consultas  ambulatorias en las distintas especialidades. La Sala está completa en cuanto a los niños hospitalizados,  habiendo lista de espera.
Se ha abierto en régimen ambulatorio y hospitalario, una nueva especialidad: La Cirugía y Rehabilitación de ojos, a cuya consulta acuden muchos niños desviados por la medicina pública del Principado y cuya especialidad ha sido concertada, entre el Sanatorio Marítimo y La Seguridad Social. El Dr. Mesa Galarreta es el responsable de este nuevo departamento.
Las consultas de Traumatología, Ortóptica y Pleóptica, son las más concurridas. Diariamente pasan con estos gabinetes más de 225 niños asturianos, entre los que siguen tratamiento médico, rehabilitación  o simplemente, consulta externa.
En otro orden de cosas, diré que desde el día primero de Septiembre de este curso 70/71 he sido nombrado maestro del Aula Unitaria del Marítimo, paso a ser el “maestro de la sala”.
Los primeros niños que ingresaron en el S. Marítimo. 1945
Mi llegada al Sanatorio Marítimo de Gijón, se produjo el 1 de Septiembre del año 1967. Mi primer contacto con La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios tuvo lugar en el Instituto Médico Pedagógico de Valladolid, donde trabajé tres cursos, como maestro de E.E. con niños discapacitados intelectuales (años 64/67) Una vez abierta la sección de E.E. en el Sanatorio Marítimo de Gijón, los rectores de la Orden Hospitalaria, concretamente el P. Provincial, H. Juan Grande Alcolea, en una de sus visitaso a Valladolid, me propuso venir a Gijón para ayudar a Los Hermanos en la nueva etapa que acababan de abrir con niños de E.E. La propuesta  me pareció muy interesante. Después de consultarlo con mis padres la acepté.   Los tres primeros años en el Sanatorio Marítimo se me encomendó la tarea de organizar los nuevos talleres laborales, al estilo de Valladolid, vigilar  lo patios de recreo y  los comedores, convivir las 24 h. del día con los nuevos niños que habían ingresado o estaban ingresando en el Sanatorio Marítimo. Fueron tres años bastante duros y de mucho trabajo.
El 1 de Septiembre del año 1970 el H. Superior, Aurelio Gomollón, me propone, que me hiciera cargo, como maestro, del Aula Unitaria del hospital, donde estaban matriculados más de 50 niños, que cursaban  los distintos niveles académicos de la E.G.B. Así que desde  1970-71 hasta la desaparición del Aula, finales de los 90 fui el maestro responsable..
La Poliomielitis poco a poco iba remitiendo y el número de niños que ingresaban iba descendiendo paulatinamente.
He de decir, que aunque el curso escolar comenzaba oficialmente en el mes de Septiembre, sin embargo en esta escuela hospitalaria, el curso no comenzaba en el mes de Septiembre, ni en el mes de Octubre; el curso escolar en el Marítimo duraba todo el año. Tampoco los niños llegaban a la escuela en autocar, ni llevaban uniforme como era costumbre en esta época, ni existían las aulas, ni las clases con bancos y pupitres, ni tampoco había mesa para el profesor. Los niños podían asistir a las clases unos días, unas semanas, unos meses o en el peor de los casos, unos años quizá y estudiaban, y si era necesario se examinaban del nivel académico, que estaban cursando; aprobasen o no, cuando llegaba el día en que recibían el acta médica y se marchaban para su casa o abandonaban el hospital, sus carteras iban repletas de recuerdos de cuando estuvieron  dando clases en el colegio de un hospital.  
Un día cualquiera transcurría de la manera siguiente: A las 8,30 de la mañana las señoritas auxiliares o los Hermanos Religiosos,  llevaban a los niños a sus camas el desayuno.
Así eran las mesas de estudio. Una tabla sobre la cama.
Una vez hecho el aseo personal de cada niño y arreglada y limpia La Sala, alrededor de las nueve de la mañana, comenzaban las clases. Cada niño cogía sus libros y demás material escolar, que tenia en su propia cama o en el armario de la Sala y empezábamos la tarea que siempre iniciábamos rezando una oración. Sobre la cama de cada niño, estaban los cuadernos, los libros y cuantos materiales didácticos eran necesarios, para  la clase.
Las edades de estos niños oscilaban entre los 4 y los 16 años y todos los niños cursaban los diferentes niveles académicos de la E.G.B. según sus edades o nivel académico alcanzado.
Los niños recibían algo más que la lección académica, recibían  el cariño y la entrega durante su permanencia en el Hospital,  de cuantas personas, maestro, Hermanos, personal auxiliar de clínica, estaban con ellos o personas que  iban a visitarles.
El maestro, (en este caso Yo), me tenía que adaptar a los diferentes niveles escolares de cada niño, llegando a tener varios alumnos, de primero, de segundo de cuarto etc.  es decir, de todos los niveles de La E.G.B.
El vivir todos juntos en la Sala resultaba muy beneficioso para ellos, pues continuamente se estaban relacionando entre sí, ya que su mundo era muy diferente al mundo de los adultos… jugaban como podían, eran muy observadores,  compartían entre si sus pequeñas cosas, se hacían grandes amigos… Cuando llegaba un niño nuevo al Hospital e ingresaba en La Sala, enseguida se enteraba de que aquí existía un Colegio, pues se lo contaban rápidamente los niños,  de tal manera, que había ocasiones en que algunos padres (antes de que yo me  dirigiera a  ellos)  se ponían en contacto conmigo  o con el Hermanos de Sala,  para que les informáramos y concretáramos  los aspectos educativos y académicos  que iba a recibir su hijo, la educación de su hijo. 
Un Colegio como el nuestro, inserto en la dinámica del funcionamiento de un Hospital Infantil, reúne unas características muy especiales. La estancia en el hospital de los niños es muy variable, depende, obviamente de la causa, que haya motivado la hospitalización del niño  y casi siempre resultaba imposible establecer un programa de estudios con relación al tiempo, que iban a permanecer los niños en el  Centro, en el Hospital.
También debíamos tener muy presente, que algunos niños, por causa de su enfermedad, iban a permanecer postrados en su cama, muchas veces con posturas muy complicadas y en ocasiones totalmente inmóviles, manteniendo una determinada posición o con tener que llevar algún aparato ortopédico.También había niños que presentaban  algún tipo de problema psíquico o algún tipo de parálisis cerebral, que de por sí, dificultaba la labor normal de aprendizaje y a veces, también, había niños que presentaban problemas de adaptación, debidos a su enfermedad, los cuales  dificultaban aún más la labor educativa.
El Colegio Unitario del Sanatorio Marítimo, siempre se preocupó y sigue preocupándose, por el desarrollo de la personalidad del niño, ayudándole a que tome conciencia de su situación y la asuma como un hecho más en su vida.
Las clases en los muchos años, que estuve con estos niños, con todos estos problemas físicos, siempre procuré y me preocupé de que se desarrollaran en un ambiente distendido pero con un absoluto rigor académico.
( El día 5 de Agosto ingresaron los tres primeros niños: Jesús Fueyo Arguelles, de 13 años, natural de La Felguera; José Minervino Valdés Suárez, de 12 años, natural de La Felguera y Jesús Felgueroso Velasco, de 10 años, natural de Sama de Langreo. Desde estas líneas les enviamos un abrazo, pues tenemos constancia que dos de ellos viven y sirvan estas líneas al hablar de vuestra escuela, como  homenaje a tantos y tantos niños, que como ellos, pasaron por La Sala/Escuela del Sanatorio Marítimo).
 Los niños por lo general, solían prestar un gran interés y una gran atención a las explicaciones que el maestro les daba, llegando a comentar con sus familias y amigos, que les visitaban,  que en la clase se lo pasaban muy bien.
También procuré siempre que los niños que llegaban al Sanatorio Marítimo siguieran, a poder ser, el mismo ritmo o parecido, al ritmo normal que llevaban en su colegio del pueblo o de la ciudad. Para conseguir este objetivo solía tener periódicos contactos  con los profesores de los colegios de los que procedían los niños, manteniendo intercambios constantes.
En los años que estuve con estos niños discapacitados físicos intenté rodearles de ese ambiente de escuela, de ese ambiente de colegio al que ellos estaban acostumbrados a vivir antes de ingresar en el Hospital. Debo de decir, que los niños, que  tuve siempre  en La Sala fueron muy colaboradores. Jamás opusieron resistencia, ni se aprovecharon de su situación de estar en la cama, siempre me colaboraron mucho. ¡¡ Cuantos días al finalizar la jornada, por la tarde, me decían, Gerardo, quédate con nosotros otro rato y me explicas esto o aquello!!
Procuraba, siempre, si era posible, que los niños utilizaran los mismos textos y realizaran ejercicios semejantes a los que estaban acostumbrado a realizar en su colegio.
También les evaluaba parcialmente para que, una vez dados de alta y reincorporados a sus colegios respectivos, quedara constancia de su aprovechamiento y  esta constancia quedaba reflejada en su registro personal, el  registro del alumno (los famosos ERPA de entonces),
Cuando era necesario el Colegio Unitario del Marítimo efectuaba las pruebas correspondientes a la evaluación final, con el fin de evitar la repetición del curso o del ciclo. Estas pruebas finales las enviaba normalmente al Colegio Público, Héroes del Simancas de Gijón  al que nuestra Sala estaba adscrita.
Las clases eran diarias mañana y tarde. Los jueves por la tarde no teníamos clase, se reservaba la tarde para que los niños recibieran las visitas de sus familiares o amigos y esta clase de las tardes de los jueves, se trasladaba a la mañana de los sábados.
Grupo de niños unos 55 , que aistian  diariamente a la clase con el maestro Gerardo.
Debemos destacar para concluir este tema, que así como en otros centros de similares características existen o existían aulas o áreas hasta las que se trasladaba a los niños para darles clases, durante su internamiento, en el Sanatorio Marítimo  es la Escuela la que “vá” al niño de forma, que la enseñanza era absolutamente personal e individualizada, es una forma de trabajo motivadora en sí misma, que respeta los ritmos de comprensión y ayuda a la maduración intelectual. “Los niños se enteran de lo que saben, de lo que resuelven, de lo que no saben y no pueden resolver”; “Les estamos provocando conductas de cambio, para que tengan que aportar sus propios recursos y resolver las dificultades que se puedan presentar”.
Tenemos que decir con orgullo, que en nuestra Escuela Unitaria del Sanatorio Marítimo de Gijón, nació un tipo de enseñanza, que más tarde sería reconocida a nivel nacional por El Ministerio de Educación y Ciencia y  que se conoció  y se conoce,con el nombre universal de AULAS HOSPITALARIAS.
“….Y como en general, no pocos de estos procesos curativos son de una marcada lentitud, a veces de años, aprovechamos este hermoso tiempo para dar a nuestros pequeñuelos, en sus mismos lechos y salas que vienen a constituirse en escuelas propiamente dichas, la instrucción primaria y religiosa conveniente” (H. Provincial de Castilla, Claudio Piña Tejedor, en el discurso pronunciado, con motivo de la inauguración del Sanatorio Marítimo. Gijón 8 de Septiembre de 1.945).
Gerardo Alonso Matías.



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