Esta pregunta así
formulada resulta, en principio, incontestable. A lo largo de mi larga
experiencia y años de trabajar siempre con estos niños, repetidas veces se me
ha formulado por muchos padres, por colegas de profesión docente y por
distintos amigos la misma pregunta. Yo siempre he dado la misma respuesta: No
hay dos discapacitados intelectuales iguales. Cada uno es como es y constituye
un problema específico. Un niño discapacitado intelectual es ante todo un niño
y como tal, es un individuo con características propias- y originales; pero
además, en tanto que el discapacitado es clínicamente diferente a todos y a cada
uno de los sujetos comprendidos en la vaga y general denominación de
“deficiente intelectual".
Enseñando a los niños a confeccionar alfombras de lana |
1º Podemos plantearnos la
siguiente pregunta: Puede el discapacitado intelectual (oligofrénico) “curarse”,
es decir llegar a ser un individuo normal?
2º Es susceptible el
discapacitado de una educación en grado suficiente para que con el tiempo
llegue a bastarse a si mismo?
Nuevo Salón de Actos del Marítimo. |
Yo pienso que nunca será descubierta una medicación, que cure las oligofrenias pues en principio haría falta descubrir tantos medicamentos como tipos de oligofrenias existen. Los fármacos mejoran, estimulan su evolución, hacen aumentar su edad mental, a veces hay mejorías espectaculares, el tratamiento médico es siempre complemento indispensable, pero bajo mi punto de vista y después de la experiencia adquirida en tantos años de profesión, me veo en la obligación de asegurar que el mejor tratamiento para estas personas es La Pedagogía Terapéutica. Ninguno se cura, todos mejoran, unos más, otros menos: lo cierto y demostrables es que todos pueden educarse, adiestrarse, socializarse, lograr un equilibrio en su personalidad, que con la ayuda de los miembros de la sociedad en que viven, padres, hermanos familiares, amigos y demás gentes hagan de ellos hombres útiles en la medida de sus individuales posibilidades y en la mayoría de los casos, seres felices y adaptados. Nuestros niños y jóvenes del Sanatorio Marítimo, merced al empleo de los recursos de la Pedagogía Terapéutica y a veces, con la colaboración de la medicina, podrán alcanzar dos metas importantes:
a) Mejorar su nivel mental.
b) Aprender y educarse.
Nuestros niños y jóvenes merced a una buena educación y a una buena enseñanza y teniendo en cuenta sus individuales posibilidades, podrán alcanzar un nivel cultural y social muy aceptable en la mayoría de los casos. Si a esto le añadimos el de una técnica laboral apropiada hará que, colocados en una situación vital adecuada, puedan total o parcialmente subvenir a sus necesidades y estar debidamente ajustados al ambiente. Frente al problema que los discapacitados intelectuales nos plantean, no debemos ser optimistas, ni pesimistas, sino que debemos enfocarlo con objetividad. No aspiremos a una normalización imposible. Siempre debemos contar con lo que tenemos. Un sujeto, que desde el punto de vista intelectual, si es adecuadamente tratado médica y pedagógicamente, llegará a alcanzar un nivel intelectual bastante bueno pero si está muy bien educado tendrá un buen nivel de cultura y un buen aprendizaje laboral, que le han de permitir ser útil a la sociedad y lograr un adecuado equilibrio, que le va a colocar al abrigo de desajustes emocionales, que amarguen su existencia. Si nosotros con nuestros medios logramos hacer de los niños discapacitados personas parcialmente ajustadas desde el punto de vista de la productividad, felices y con pautas de conducta normales, compensaremos nuestros esfuerzos. Si en el seno de sus familias encuentran el amor, la seguridad y apoyo que todo ser humano requiere y necesita, habrán recibido lo que por el momento familia y sociedad pueden darles; aunque a todos, esto nos parezca poco.
Estas reflexiones que acabo de expresar tenemos que situarlas allá por la década de los años 70-80 cuando en España se empezó a tratar y a estudiar de una manera más sería sobre la problemática de estos niños.
D. Gabino departiendo con el maestro Juanjo y un grupo de niños. |
Nuestros niños y jóvenes merced a una buena educación y a una buena enseñanza y teniendo en cuenta sus individuales posibilidades, podrán alcanzar un nivel cultural y social muy aceptable en la mayoría de los casos. Si a esto le añadimos el de una técnica laboral apropiada hará que, colocados en una situación vital adecuada, puedan total o parcialmente subvenir a sus necesidades y estar debidamente ajustados al ambiente. Frente al problema que los discapacitados intelectuales nos plantean, no debemos ser optimistas, ni pesimistas, sino que debemos enfocarlo con objetividad. No aspiremos a una normalización imposible. Siempre debemos contar con lo que tenemos. Un sujeto, que desde el punto de vista intelectual, si es adecuadamente tratado médica y pedagógicamente, llegará a alcanzar un nivel intelectual bastante bueno pero si está muy bien educado tendrá un buen nivel de cultura y un buen aprendizaje laboral, que le han de permitir ser útil a la sociedad y lograr un adecuado equilibrio, que le va a colocar al abrigo de desajustes emocionales, que amarguen su existencia. Si nosotros con nuestros medios logramos hacer de los niños discapacitados personas parcialmente ajustadas desde el punto de vista de la productividad, felices y con pautas de conducta normales, compensaremos nuestros esfuerzos. Si en el seno de sus familias encuentran el amor, la seguridad y apoyo que todo ser humano requiere y necesita, habrán recibido lo que por el momento familia y sociedad pueden darles; aunque a todos, esto nos parezca poco.
Estas reflexiones que acabo de expresar tenemos que situarlas allá por la década de los años 70-80 cuando en España se empezó a tratar y a estudiar de una manera más sería sobre la problemática de estos niños.
Gerardo Alonso Matías
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