Montemor-o-Novo (Portugal) 8 de
marzo 1495. Granada (España) 8 de marzo 1550.
Día 8 de Marzo,La Familia Hospitalaria
celebra la fiesta de San Juan de Dios.
Día 8 de Marzo,
Con la frase “Un bombero llamado
Juan de Dios” me estoy refiriendo a una de las múltiples actividades, que a lo
largo de su corta vida, le tocó vivir a San Juan de Dios.
El título de este comentario no
nos suena bien, más bien nos suena chocante. Juan de Dios, fue un
ciudadano de a pie, un caballero andante, que vivió a mediados del Siglo XVI en
la ciudad de Granada. No nos consta, que en aquella época existiera el cuerpo
de bomberos, esos hombres valerosos y heroicos “apagafuegos” de incendios. Hoy
sí que existen, como un inapreciable e imprescindible servicio a la Humanidad , tanto más
digno de reconocimiento, cuanto es más arriesgado y efectivo. Estos valerosos
hombres tienen por Patrono a San Juan de Dios. Muchos se estarán preguntando, y
eso, por qué? Aunque parezca mentira, San Juan de Dios fue bombero.
Siempre que oímos hablar de San Juan de Dios, asociamos a este santo con el
amor al prójimo, al necesitado, al hombre sin techo, al enfermo mental y no nos
falta razón. Juan de Dios fue el hombre, que ardió en amor para que nadie, que
estuviera junto a Él, pereciera de frío. Juan de Dios es el hombre de
Dios, el hombre del buen amor para los otros hombres, a los que siempre llamó
hermanos. Juan de Dios fue una especie de pirómano enloquecido por el amor al
prójimo. Pocos han entendido como El y han llevado a la práctica, aquello, que
Jesús de Nazaret dijo:
“Fuego he venido a traer a
la tierra y qué quiero sino que arda?”
Toda la obra de Juan de Dios la
podemos reducir a esto: prender fuego por los cuatro costados, con su vida de
amor incandescente, al mundo.
Un mundo, aterido de
egoísmo, tembloroso del frío, que da la sociedad y el desengaño. A pesar
de todo, es preciso recalcar hoy día la condición de bombero, no
honorífico, sino en pleno ejercicio del Santo, por excelencia, de la caridad al
prójimo.
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Existe un fuego bueno, el fuego
que calienta, que fomenta la vida, un fuego, que representa el amor, que crea y
redime, que derrite el hielo del egoísmo, éste es el fuego del hogar, el fuego
que da luz pero en oposición hay otro fuego malo, el maligno, que consume
y destruye, abrasa y reduce la vida a cenizas.
Juan de Dios pregonaba y decía el mismo amor, que nos impulsa a realizar el bien, nos tiene que inducir a combatir el mal, a no transigir con lo injusto o con lo dañino. Por eso si las personas e instituciones, que se dedican a promover el bien, la justicia, la salud, el bienestar, son dignas de todo encomio, también lo son, en el mismo grado, las personas, que tienen la misión social de preservar del mal y cortarle el paso. San Juan de Dios, que avivaba el rescoldo de su corazón de cristiano haciendo el bien a todos, fue bombero, no sólo cuando se lanzaba intrépido y valiente en medio de las llamas a salvar a los enfermos en el incendio del Hospital Real de Granada, sino también, cuando descendía a los bajos fondos del crimen y entraba en los burdeles a cara descubierta para liberar a los esclavos del vicio y del odio o cuando intentaba convencer a las prostitutas, para que cambiaran su mala vida. En nuestros días debemos de revalorizar este aspecto de la auténtica caridad, que impulsó a Juan de Dios al hacer de corta-fuegos, a extinguir los incendios destructores, a rescatar a tantas y tantas víctimas del falso amor, de la miseria o del vicio. Juan de Dios de quien se afirma, que en el incendio del Hospital Real de Granada, salvó, con increíble valor, a tantos y tantos enfermos, saliendo milagrosamente ileso y simplemente con las cejas chamuscadas. ¡¡Verdaderamente San Juan de Dios fue un bombero!!
Juan de Dios pregonaba y decía el mismo amor, que nos impulsa a realizar el bien, nos tiene que inducir a combatir el mal, a no transigir con lo injusto o con lo dañino. Por eso si las personas e instituciones, que se dedican a promover el bien, la justicia, la salud, el bienestar, son dignas de todo encomio, también lo son, en el mismo grado, las personas, que tienen la misión social de preservar del mal y cortarle el paso. San Juan de Dios, que avivaba el rescoldo de su corazón de cristiano haciendo el bien a todos, fue bombero, no sólo cuando se lanzaba intrépido y valiente en medio de las llamas a salvar a los enfermos en el incendio del Hospital Real de Granada, sino también, cuando descendía a los bajos fondos del crimen y entraba en los burdeles a cara descubierta para liberar a los esclavos del vicio y del odio o cuando intentaba convencer a las prostitutas, para que cambiaran su mala vida. En nuestros días debemos de revalorizar este aspecto de la auténtica caridad, que impulsó a Juan de Dios al hacer de corta-fuegos, a extinguir los incendios destructores, a rescatar a tantas y tantas víctimas del falso amor, de la miseria o del vicio. Juan de Dios de quien se afirma, que en el incendio del Hospital Real de Granada, salvó, con increíble valor, a tantos y tantos enfermos, saliendo milagrosamente ileso y simplemente con las cejas chamuscadas. ¡¡Verdaderamente San Juan de Dios fue un bombero!!
Gerardo Alonso Matías
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