El Sanatorio Marítimo estaba tan de moda por estos años en
Asturias y en Gijón, que todos se jactaban de colaborar y contribuir con sus
dineros a mantener esta Institución por encima de todo. Los niños
hospitalizados en el Marítimo eran muy queridos por los asturianos, La Orden
Hospitalaria de Los Hermanos de San Juan de Dios había calado hondo en el
pueblo asturiano y gijonés. Todo que se vivía y se realizaba en el Marítimo era
noticia. Pues bien, en este clima tan favorecedor apareció un personaje, que
iba a revolucionar las altas esferas de la neuroburguesía asturiana y
concretamente la de Gijón Este personaje, no es otro, que La Gringa. “Eminente
doctora peruana con importantes vínculos con el Vaticano llega a Asturias para
desarrollar negocios y obras de caridad». De esta forma, con un anuncio
puesto por ella misma en los periódicos, inició su andadura en la ciudad de
Oviedo, la estafadora Nelly Edwards Sacco” .El propio arzobispo D. Gabino Díaz
Merchán la esperó a los pies de la escalerilla del avión en un apoteósico
recibimiento. La apodaron ‘La Gringa' y consiguió meterse en el bolsillo a la
alta sociedad gijonesa de los años setenta.
La sensación causada inicialmente por la 'dama' se tornó en conmoción social cuando pasado el tiempo fue desenmascarada como una auténtica timadora. Se presentó como una reputada neurocirujana (la doctora Edwards), viuda de un ex ministro del gobierno chileno de Salvador Allende. Llegó a querer ofrecer sus servicios como médica en el Sanatorio Marítimo, pese a que en realidad no tenía ni siquiera el graduado escolar. Su peculiar aspecto (apenas superaba el metro y medio de estatura y pesaba más de cien kilos), así como su labia y sus dotes para socializarse la convirtieron rápidamente en una personalidad peculiar y relevante a la que muchos querían conocer.
La sensación causada inicialmente por la 'dama' se tornó en conmoción social cuando pasado el tiempo fue desenmascarada como una auténtica timadora. Se presentó como una reputada neurocirujana (la doctora Edwards), viuda de un ex ministro del gobierno chileno de Salvador Allende. Llegó a querer ofrecer sus servicios como médica en el Sanatorio Marítimo, pese a que en realidad no tenía ni siquiera el graduado escolar. Su peculiar aspecto (apenas superaba el metro y medio de estatura y pesaba más de cien kilos), así como su labia y sus dotes para socializarse la convirtieron rápidamente en una personalidad peculiar y relevante a la que muchos querían conocer.
Rosa Nelly Sacco, “La
Gringa" era su nombre de guerra. Esta buena señora criticaba públicamente la
"ambición malsana de la gente." En declaraciones a la prensa gijonesa
comentaba (pese a ser millonaria), que no pretendía tener "más que lo
que necesito para vivir". Pero sus millones, sus joyas, sus collares y sus
exuberantes gafas, de la última moda parisina, eran de llamar la atención en
los círculos sociales, que ella con gran maestría dominaba, El Chas Hípico y El
Club de Regatas.
La Gringa, esta peruana-chilena de unos 70 años de edad había
nacido, allá por el año 1927, mujer de gran habilidad, de gran maestría y de un
don de gentes fabuloso. La Gringa en la ciudad de Gijón, consiguió todo lo que
se propuso y todo lo que necesitó, gracias al trabajo de los demás. Cómo?
Mediante estafas y engaños, aparentando una posición social de la que
carecía. “La Gringa" abandona Gijón pero sus andanzas permanecieron y
permanecen en la memoria de muchos gijoneses.
Como decíamos anteriormente, Rosa
Nelly Sacco, era natural de Perú. Llegó a Oviedo en la década de los 70.
Desde que tomó tierra en la capital asturiana su intención la tuvo clara desde
el primer momento: utilizar sus habilidades sociales para poder vivir a todo
trapo, sin trabajar y poder dar a sus hijos un estatus social del que su
familia carecía. Contaba esta señora con una gran experiencia conseguida
en otros países de Europa y Latino-américa, en donde ella llegó a decir que se
había casado con un Doctor en Medicina, llamado Orlando Orlandini. Con él "yo
hacía vida de lujo", aseguraba. Su labia y sus dotes para socializarse la
convirtieron rápidamente en una personalidad peculiar y relevante a la que
muchos querían conocer.
No tenía más que estudios primarios y, aun así, hasta los
médicos del Sanatorio Marítimo llegaron a pedirla que operara. "Yo me las arreglaba
para que se me cayeran las gafas al suelo y pisarlas sin querer. Nunca me
pidieron los papeles. Con engaños y mentiras esta individua consiguió todo lo
que se propuso y quiso.
En una Gala de Unicef en el Chas, muy de moda por estos años,
La Gringa asistía llena de joyas y collares. Tal era la desfachatez de esta
señora, que consiguió que un Banco gijonés le hiciera un informe muy
favorable de todas sus cuentas. Y seguía diciendo en esta entrevista: “No
sé lo que saqué porque como no lo iba a pagar, nunca llevaba las cuentas",
reconocía la prójima”. Todas las subastas con las que se quedó, en ninguna
puso una peseta. La "prestigiosa doctora", (más tarde fue detenida),
se codeaba con la flor y nata del Gijón, de los años 70 tratando de tú a los
personajes más relevantes y pudientes de la sociedad local gijonesa. Sus
lugares preferidos de alterne eran, en primer lugar, El Chas Hípico y después El
Club de Regatas, Cuando la arrestaron admitió los hechos. "Me puse tan mal
viendo a mis hijos esposados, que dije que si querían firmaba, que yo había
matado a Carrero Blanco". La Gringa no había vuelto a España por
capricho. La Policía Nacional la seguía la pista desde hacía meses y consiguió
darle caza en Tuy, provincia de Pontevedra, cuando la peruana se dirigía a
Santiago de Compostela para matricular a sus dos hijos en La Universidad
Compostelana. Era la primera vez que ponía un pie en España desde que
protagonizó más de un desfalco en Gijón, tal y como ella recalcaba, "se lo
creyó hasta el Alcalde". Al dejar Asturias se fue a Génova, en donde vendió
por dos millones de pesetas, las joyas, que le habían fiado en un
establecimiento de la calle Los Moros. Con ese dinero se fue a Brasil y a
Lisboa, en donde volvió a empeñar joyas gijonesas por unas 200.000 pesetas. El
dinero que había estafado en la villa de Jovellanos no se acababa nunca. Los
afectados se contaban por decenas, algo que se puso de relieve sobre todo
cuando La Gringa,
Rosa Nelly Sacco tuvo que comparecer ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Asturias en Oviedo, encargado de juzgarla. Muchos gijoneses que fueron estafados prefirieron perder el dinero robado antes que sus nombres salieran en los papeles…El juicio fue un acontecimiento de lo más concurrido, que se recuerda, en la Sala no cabía un alfiler. La Prensa local y provincial relataba que “muchos asistentes se tuvieron que quedar en la calle". Después de pasar por las salas judiciales asturianas aún le quedaban juicios pendientes en Madrid y en Sevilla a lo que había, que sumar los casos que Rosa Nelly Sacco llevaba a sus espaldas con condenas en varios países de América, y de Canadá. La vida de lujo que llevó esta señora en Gijón acabó con unas esposas en las manos. .Durante casi todo el año 1973 campó a sus anchas por las más prestigiosas joyerías y peleterías, fue agasajada con fiestas en el Chas, en el Club de Regatas y en los palacetes de pudientes. Pedía prestadas joyas para acudir a los actos sociales y jamás las devolvía. Pujaba en subastas de obras de arte y nunca llegaba a abonar el dinero. Firmaba cheques que carecían de fondos y organizaba concurridas cenas de las que luego no abonaba la cuenta. Al principio le hacían la vista gorda. Nadie se atrevía a reclamar nada a una 'ricachona' con tanto poder como el que exhibía y de tal estatus social. Se acompañaba de sus dos hijos y alquiló un piso de lujo en el Muro del que nunca pagó la renta.
Durante su estancia en Gijón vivió como una auténtica marquesa a costa de los que sí tenían dinero. Una de las entidades perjudicadas fue Unicef. D. Pedro González Fuentes era presidente de la corporación benéfica por aquella época. También sufrió las andanzas de 'la Gringa'. «Al principio no sospechamos nada porque tenía mucho saber estar y parecía tener mucha educación. Todo el mundo se creyó que aquella señora era una doctora reputada de Perú que vino a pasar un periodo a España», recuerda. Comenzaron a levantarse las sospechas a los meses. Los joyeros aseguraron que no había pagado ni una sola pieza de las que se había llevado. «Cuando empezamos a atar cabos fue cuando se lo comunicamos a la Policía», comenta González Fuentes.Para entonces 'La Gringa' había puesto pies pa que te quiero hacia Madrid acompañada por sus hijos. Viajaron en taxi hasta la capital, y por supuesto, tampoco pagaron la carrera. Cumplió condena en El Coto y también en Carabanchel y Sevilla. Para ella no era novedad. Había pasado años entre rejas en Perú antes de recalar en Gijón y conseguir rendirla a sus pies. 'La Gringa' pasó a la historia como una persona sin estudios ni dinero, que puso en evidencia a los muchos en Gijón que se le quisieron arrimar y a las entidades sociales, que se fiaron de su aparente buena voluntad. Timó más de un millón de pesetas de la época. Una auténtica fortuna por entonces.
Gerardo Alonso Matías
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